La ciencia descifra el manuscrito más antiguo de Estonia: de estilo gótico y con tapas de diferentes árboles

Vista exterior de las tapas de madera

Raquel Sáez

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El Códice de Türi, que recibe ese nombre por la ciudad donde se encontró y que está considerado como el manuscrito más antiguo de Estonia, ha suscitado el interés de los científicos desde que fue localizado en el año 2021. En ese momento, las preguntas se sucedían: de qué hablaba, en qué idioma estaba escrito, quién lo encargó, qué incidencia tuvo en la época y de qué material estaban hechas sus gruesas y llamativas tapas. 

Cuatro años después se tiene una visión más completa del famoso manuscrito. Se trata de un libro encuadernado en estilo gótico que se completó en 1454 en el pueblo de Türi (en el centro de Estonia), que entonces era una iglesia parroquial. El contenido, una especie de diccionario del latín al alemán, aunque con algunas particularidades, porque también se incluían versos. 

Y lo que ha llamado más aún la atención de los investigadores: para la fabricación de las tapas, se utilizó madera de roble de dos edades y procedencias diferentes, según los resultados de una investigación reciente publicada en la Revista de Patrimonio Cultural.

El estudio, encabezado por Alar Läänelaid y sus colegas, utilizó dos técnicas para datar y determinar el origen geológico de los árboles. Lo hicieron a través de la dendrocronología -ciencia que estudia los anillos de los árboles para conocer el clima del pasado y otros eventos ambientales relevantes- y el análisis de isótopos de estroncio.

Tapas hechas con diferentes árboles

El códice presentaba costuras sobre correas de serraje, un lomo redondeado con los soportes visibles como bandas en relieve y gruesas tablas de madera recubiertas de cuero repujado en ciego, decoradas con sellos metálicos. Sin embargo, el cuero presentaba un muy mal estado: “Estaba parcialmente desprendido, la encuadernación estaba suelta y el hilo roto. En la primera etapa de conservación, se retiró el cuero de las tapas”.

De acuerdo con los resultados de la investigación, se observó que el panel frontal tenía un agujero redondo inservible, que había sido reparado con un tapón de madera. Este hecho, apuntan los investigadores, sugiere que el agujero era un vestigio del uso anterior de la tabla de madera, lo que indica que la tapa originalmente tenía una función diferente

Las pruebas realizadas respaldan “la probabilidad de que la madera de la cubierta frontal creciera en la región del Bajo Vístula y la de la cubierta posterior en el oeste de Letonia-Lituania”. En el caso de la contraportada, dicho roble fue talado probablemente entre 1454 y 1466, añaden. “Si bien no se dispone de mapas de referencia detallados de estas regiones, este estudio, realizado con pocos elementos, ha arrojado resultados muy interesantes” y sobre los que nunca antes se había indagado, concluye este equipo de investigadores. 

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