Ángel Fernández- Peña abrió camino en Lugo de Llanera, pero quiere dar el relevo: "Es complicado encontrar gente que quiera trabajar"

El presidente de la Asociación Cafamilu durante casi dos décadas recuerda la trayectoria del colectivo, vinculada al desarrollo de la localidad

Ángel Fernández-Peña, con algunas de sus maquetas.

Ángel Fernández-Peña, con algunas de sus maquetas. / LNE

Luján Palacios

Luján Palacios

Lugo de Llanera

Cuando Ángel Fernández-Peña, ovetense, se casó en Lugo de Llanera hace 45 años, poco podía imaginar que acabaría convertido en una de las figuras más conocidas de la comunidad local, colaborador en mil y un eventos de todo tipo, presidente desde hace casi dos décadas de la asociación más antigua de Llanera "y probablemente de toda Asturias", denominada "Cafamilu".

Será que "soy fácil de convencer, y trabajar para hacer cosas por el pueblo me gusta", confiesa tras una vida entera dedicado a sacar adelante proyectos, carrozas y actividades varias desde Lugo, aunque ahora "ya va llegando el momento de dejar el testigo a otros", apunta, y "la verdad es que está difícil encontrar gente dispuesta a trabajar altruistamente".

Cuando él llegó a Lugo, "lo primero que hicieron fue hacerme socio de Cafamilu", en una localidad en la que "no había nada, la carretera y dos casas", señala, apuntando hacia la calle principal. De manera que ha sido testigo directo del crecimiento de la población, y de forma paralela, del aumento de sus necesidades. Fue ese el detonante y la razón de ser de Cafamilu, la asociación de Cabezas de Familia de Lugo, nacida en el franquismo cuando el polígono de Silvota daba sus primeros pasos y limitada a lo que su nombre indica: "En aquellos tiempos sólo se podían asociar los cabezas de familia, ni mujeres ni hijos. Con el tiempo hemos ido sumando a todos, y nos llegan muchas viudas de aquellos primeros socios", explica Ángel.

Las expropiaciones para levantar la gran zona industrial fueron la excusa, pero pronto se empezó a trabajar para dotar a la localidad de todos los servicios que se iban necesitando con la expansión urbana. Uno de los que más satisfacción ha causado a Ángel fue conseguir un consultorio para la localidad, porque hasta entonces sólo había médico en Posada y "al principio logramos que pasara consulta una vez a la semana en los locales de la asociación, le pusimos un despacho y una camilla, hasta que luego ya se construyó el consultorio periférico; fue un gran avance para que los vecinos no tuvieran que desplazarse", recuerda el presidente de Cafamilu.

La entidad, que tiene local propio, ha sido el espacio en el que se también se luchó para conseguir una guardería y una biblioteca, aunque en la actualidad apenas se usa para algunos talleres de memoria. "La actividad ha ido decayendo, hacíamos excursiones, cabalgatas de Reyes… Y la verdad es que con el tiempo me he ido cansando un poco de trabajar. Ahora sólo hago una carroza para mi peña en las fiestas", indica Fernández-Peña.

Jira a Santufirme

Atrás quedaron los tiempos en los que elaboraba hasta seis carrozas diferentes para las fiestas y las Navidades, porque "como me gustaba y se me daba bien, todo el mundo me llamaba". Fueron años de mucha tarea que han ido dando paso a una vida más tranquila, con un Cafamilu con cada vez menos socios y la colaboración con la sociedad de festejos local como principal tarea, "dejándoles los locales fundamentalmente".

De las actividades que se organizaban siguen impulsando la jira al Picu Santufirme cada primero de mayo, y Ángel ha ido dedicando más tiempo a sus aficiones, como la elaboración de maquetas. Posee una gran colección de aviones del ejército del aire en miniatura, que construye con mimo y mucha paciencia, pidiendo medidas a los expertos y dando forma a cada pieza a mano. "No te imaginas el tiempo que lleva, es un proceso muy minucioso", señala, inmerso también en la construcción de todo tipo de vehículos y hangares relacionados con el mundo militar.

A lo largo del tiempo también ha ido creando maquetas de los elementos patrimoniales de la parroquia, como una recopilación de todos los hórreos de Robledo, porque "estaban desapareciendo y antes de que se cayeran todos, quise dejar testimonio".

También son suyas las maquetas de las capillas de la localidad, y hasta una completa recreación del mazo y el batán de Os Teixois, en Taramundi. Pero si tiene que elegir una pieza, se queda con un diminuto madreñogiro, tan pequeño que a su lado una moneda de euro se queda pequeña. "Un día se la mostré a un nieto de Alfonso Iglesias y se le caían las lágrimas", asegura.

Con Lugo convertido en una ciudad y las necesidades principales cubiertas, indica que seguirá al frente de Camafilu "mientras se pueda", pero con la idea de que "otros se hagan cargo". Ya toca relevo.

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